Con toda la economía migrando a marchas forzadas hacia los servicios digitales, una gran parte de la atención en los negocios está puesta en la capacidad de adaptación de las industrias a la nueva situación. Es una aceleración imprevista de los cambios que se venían produciendo desde hace años, y que viene obligada por las circunstancias de los confinamientos a lo largo y ancho del planeta.
En sectores como la banca, este violento choque de circunstancias coincide de pleno con movimientos y regulaciones recientes, como IFRS9, PSD2 y Open Banking, que nacen precisamente de la necesidad de adaptar a las entidades financieras y a su entorno empresarial a las demandas de sociedades altamente digitalizadas.
Y es en ese contexto en el que se producen debates cada vez más interesantes sobre quienes están llamados a llevar la iniciativa a partir de ahora en la industria: ¿será la banca tradicional, serán nuevos agentes de filosofía bancaria pero funcionamiento más ágil, serán las startups con las fintech a la cabeza, o será el conglomerado de empresas bajo la etiqueta Big Tech? ¿O será una suma de todos esos factores?
“El mundo de la banca se enfrenta a una interrupción significativa, a medida que los consumidores demandan productos digitales cada vez más sofisticados”, afirma Ellen Daniel, reportera en Verdict, portal especializado en tecnología, disrupción y negocios. Un escenario en el que las Big Tech, también conocidas como GAFA (Google, Amazon, Facebook, Apple), estarían llamadas a hacer “incursiones masivas” en la banca.
Daniel cita en su reportaje a James Buckley, jefe de Finacle Europe, la división bancaria de Infosys, una fuente de autoridad en la materia y para quien “los grandes jugadores que están sentados en el borde de los servicios financieros, comenzarán a moverse de una manera mucho más sistémica”. La perspectiva resulta atractiva para estas empresas en tanto en cuanto les permite desarrollar una capacidad para desempeñar un papel aún más importante en la vida de los usuarios, así como desbloquear información valiosa de sus hábitos de gasto.
Las empresas “de la GAFA” no son bancos convencionales, pero están esperando hacer incursiones masivas utilizando las APIs propiciadas por el Open Banking. A ello se unen las propias perspectivas de los clientes. Veamos dos ejemplos:
– Según la firma especializada en financiación Pepper Money, 8 de cada 10 (82%) británicos consideran que “los bancos no están innovando lo suficientemente rápido”;
– Más relevante aún, según una encuesta realizada por MuleSoft a personas de entre 18 y 35 años, la mitad (52%) de los encuestados consideraría usar productos bancarios de Google, Amazon, Facebook o Apple.
La otra cara de la moneda la vemos en fechas recientes el portal ITWeb, donde se puede leer justamente el enfoque contrario: los bancos podrían convertirse en el próximo gran agente de tecnología, porque “de hecho ya son parte de la revolución tecnológica”. Es interesante tanto el quién como el dónde se encuentra este análisis. Si fuera una web sobre banca y dicho por alguien del sector, podría ser una respuesta “corporativa” frente a la presión de las Big Tech. Pero se trata de una web de perfil tecnológico, y quien lo firma es Kumar Utpal, Gerente de Ventas para Banca y Seguros de Tecnologías In2IT.
“Innovación significa cambio, lo que explica por qué la banca siempre parece estar en un estado de confusión. En realidad, ese es el precio que uno paga por ser uno de los primeros en adoptar. Los bancos son los primeros en adoptar por necesidad. Cuando llegó el bitcoin, los bancos no se escondieron. Celebraron conferencias, crearon equipos de desarrollo y se convirtieron en parte de la conversación”, afirma Utpal.
“No lo pensamos hoy —agrega—, pero gran parte del mundo conectado hoy existe debido a los esfuerzos de los bancos. Transferir dinero al instante, realizar ventas en línea seguras y hacer que los clientes se sientan seguros en el mundo digital son todas las innovaciones lideradas por el sector financiero. Los bancos están continuamente invirtiendo en nuevas tecnologías, hasta el punto de que hoy la tecnología se encuentra en su núcleo”.
A pesar de ello, los bancos parecen “rezagados”, y eso es responsabilidad sobre todo de una gama de servicios parejos a unos altos niveles de exigencia. Para ello, Uptal propone tres acciones:
1 – Fomentar la cultura de experimentación y cambio mediante unidades de negocio específicas.
2 – Colaborar más con las fintech, como método para concentrarse en las tareas que requieren nuestros tiempos.
3 – Relajar los mecanismos de adquisición de tecnología y nuevos players: “una cultura ágil necesita una adquisición ágil”.
¿Hay espacio más allá de las Big Tech y los grandes bancos? Es ahí donde ven la oportunidad para nuevas empresas, y para los bancos tradicionales que sepan usarlas como vector de transformación, los autores Roman Laurence y Simon Westcott, ambos directivos en PwC UK, en un reciente artículo para Strategy+Business.
Ambos tienen claro que el mayor desafío para la banca viene hoy de la mano de las empresas de la GAFA, y su enorme capacidad de introducción de tecnología y nuevas funcionalidades. “Estos cambios rápidos —consideran— pueden parecer desalentadores para los bancos tradicionales y un desafío para los procesos de aprobación de crédito que han surgido a través de décadas de diseño de producto metódico y deliberado. La buena noticia es que no necesitan enfrentarlos solos. En muchos casos, el mejor enfoque implicará trabajar con otros proveedores”.
Estos marcos de colaboración tendrían tres puntales:
1 – Servicios de verificación de ID, que “idealmente” pudieran someterse a diversas jurisdicciones.
2 – Soluciones de pago compartidas para superar la incapacidad de escala a nivel individual.
3 – Funciones de balance y gestión de riesgos como servicio a Fintechs, y ya de paso a todas las empresas de carácter tecnológico.
“Dados los vientos en contra que enfrenta el sector de banca de consumo, el tipo de transformación profunda que estamos describiendo puede sonar desalentador. Pero por más riesgoso que parezca, surge un riesgo mayor si los bancos eligen mantenerse en su curso actual, lo que significaría renunciar a su papel en la economía digital y su relevancia”, concluyen.
No es nada nuevo: es el clásico “renovarse o morir”. Solo que toca elegir uno de los dos caminos quizá a más velocidad del que habían planificado los estrategas de cada casa, ya que no hay estrategia que pueda con las consecuencias de una pandemia global.