Se tiene por sabido que uno de los más grandes científicos de la antigüedad, Arquímedes de Siracusa, dijo aquello de “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Quizá se trata de un optimismo desmedido si lo tomamos de forma literal, pero está bien claro el espíritu de la letra: todo objeto se puede mover, no importa cuál sea su masa, si contamos con las debidas herramientas para ejercer una fuerza apropiada sobre el mismo.
De igual forma, un Arquímedes de la banca podría hoy decir: “Dadme una API y moveré a las finanzas internacionales”. Al pie de la letra podría ser también exagerado, pero el significado no se ve alterado por ello: las APIs están en plena vorágine de crecimiento transformando por completo el sector de los pagos online. Contribuyen a ello dos vectores fundamentales, como son el Open Banking y las normas de distanciamiento social impuestas por la pandemia COVID-19. Y se sustenta sobre una corriente que, como ya hemos comentado en alguna ocasión en esta casa, que ha tenido al coronavirus como principal aliciente: la transformación digital que ya venía experimentando la sociedad en todos los ámbitos.
Ese es uno de los planteamientos centrales de un paper recientemente publicado por la consultora Accenture, bajo el título “Los power plays para monetizar las APIs del Open Banking”. Un “power play” no se ha de traducir de forma directa como “juego de poder”, sino como una expresión que hace referencia a determinadas tácticas, o bien para incrementar la influencia de un personaje o una firma en su contexto, o bien para incrementar la concentración de los equipos deportivos en la planificación y ejecución de jugadas ofensivas.
Emular aprendizajes y éxitos
“La economía API ha explotado en la última década, con compañías como Google, Expedia, eBay y Facebook, derivando mucho de su poder de mercado desde las APIs que ofrecen a sus a los ecosistemas de sus socios”, explica en la introducción este valioso documento. Por ejemplo, la firma especializada en viajes proveen herramientas basadas en API para 10.000 partners en 33 países, que generan el 85% de los beneficios de la plataforma. De manera similar, el gigante del comercio electrónico ha generado más de 1.000 millones de dólares en volumen bruto de mercancías (gross merchandise).
“Las APIs están emergiendo rápidamente como el estándar de facto en pagos”, afirma la consultora, con startups especializadas como Stripe, que alcanzó en 2019 un valor de financiación de 35.000 millones de dólares procedentes de fundraising. “En la medida en que la regulación Open Banking empuja a los bancos a la economía API, tienen la oportunidad de emular los aprendizajes y éxitos cosechados por fintechs y plataformas tecnológicas”.
Se puede decir más alto pero no más claro: aquellas entidades que no están hoy construyendo modelos de negocio impulsados por el Open Banking, corren el gran riesgo de pasar a un segundo o tercer plano, en la medida en que las APIs siguen adquiriendo presencia como “la nueva oportunidad de retorno y una fuente de ventaja competitiva en la industria de los servicios financieros”.
Los dos nuevos modelos predominantes
La nueva visión que deben adoptar bancos e instituciones financieras pasa por el cumplimiento normativo, pero también con la generación de experiencias acordes a las expectativas de sus clientes (recordémoslo: cada vez más digitales, cada vez más exigentes), así como con la colaboración con nuevos agentes como fintechs, grandes firmas tecnológicas y otras empresas de servicios no financieros.
Para estar alineados con el nivel de disrupción que todo ello representa, la reorganización del core de negocio y de las habilidades corporativas se orienta a:
– Reevaluar los modelos operativos
– Invertir en arquitectura tecnológica “open”, y basada en la nube
– Repensar la gestión del dato para que case con las necesidades de su ecosistema.
En este sentido, el estudio observa una creciente consolidación de dos modelos de negocio predominantes a lomos del Open Banking: banca como plataforma y banca como servicio.
En el primero de esos modelos, el banco agrega a sus servicios tradicionales otros servicios nuevos y digitales, procedentes de terceros o partners, y ofrece los nuevos servicios en sus propios canales. Aquí el banco es un consumidor de APIs de sus partners, y es un modelo que casa bien con bancos que quieran ofrecer con inmediatez nuevos servicios a una base de clientes ya existente, o bien que quiera expandirse a nuevos mercados en cooperación con este ecosistema. “En función de la madurez de las soluciones y de la visión del banco, este modelo permite una expansión de la oferta más allá de los servicios financieros, para implicar a los consumidores en diversos momentos de su ciclo de vida”.
En el segundo caso, hablamos de un modelo de negocio que permite a los bancos usar las APIs para distribuir productos ligados a los servicios financieros core, a través de canales de terceros o controlados por partners. En este modelo, el banco es un productor de APIs, y casa bien con entidades que buscan una rápida expansión de su alcance y distribución, para acceder a nuevos mercados. Se trata de un modelo que resulta una “elección popular en pagos, productos de crédito, tesoro y segmentos bancarios de transacciones”.
Cada uno de esos modelos cuenta con unas características clave, y ofrecen toda una suerte de beneficios, tanto para sus clientes directos como para los propios bancos y sus partners o terceros asociados. Para documentarlo, la consultora se apoya en toda una serie de “casos de uso” en múltiples sectores: seguros, plataformas de contabilidad, gestión financiera, hipotecas, marketplaces, comparadores de producto y un largo etcétera. Y por último, detalla las diversas opciones de monetización que todas estas experiencias proveen para la propia industria financiera.
La conclusión del estudio es cristalina y no admite dudas: “Se espera que el Open Banking redibuje de forma dramática el panorama bancario en los próximos años. Los bancos que abracen los nuevos modelos de negocio impulsados por APIs abiertas, para proporcionar nuevas formas de hacer negocios, para añadir valor para sus clientes y para trazar nuevas oportunidades de retorno, más que para simplemente cumplir con las exigencias regulatorias, tendrán una ventaja competitiva”.
O como diría un Arquímedes de la banca: “dadme una API y moveré las finanzas internacionales”.